Mi primer trio con una puta: La fantasía definitiva con Laura que nos encendió de nuevo.

MI PRIMER TRIO CON MI ESPOSA Y UNA PUTA.

A veces, las parejas atraviesan momentos de declive en su vida sexual. Acceder a una fantasía, con frecuencia, es una de las maneras de reavivar la chispa, el deseo y el placer. Mi esposa Laura y yo necesitábamos una experiencia diferente… Habíamos discutido todo por la mañana, acordando que ella misma contactaría a la chica a través de Khaligula.com, y la sensación de que mi pareja iría a buscar a una puta para mi, era la mierda más excitante que había sentido. Esto fue lo que pasó…



Relato increíble

La luz de la habitación era tenue, un ambiente que mi esposa, Laura, había preparado con un vino tinto en la mesita de luz. La idea del trío había sido mía, pero ella había abrazado la fantasía con una excitación que me sorprendió. Y ahí estaba ella, la puta que había contratado de Khaligula.com, parada al lado de la cama, con una lencería negra que apenas tapaba algo.

—¿Empezamos, amor? —me dijo Laura, y la manera en que dijo la última palabra hizo que mi miembro se pusiera aún más duro, apretando contra mis bóxers.

Nuestra acompañante no esperó. Se arrodilló a los pies de la cama y con una mirada profesional pero intensa, me bajó los pantalones y acariciando mis piernas… me lamió la pelvis y fue bajando suavemente. La sensación de su boca calentita y húmeda atrapando la punta de mi verga fue como un golpe de electricidad. Me dejé caer sobre el colchón, gimiendo apenas tocó el glande.

Lo que vino después fue totalmente otro nivel. Laura se acercó a mi lado, también arrodillándose. No se miraron, solo tenían ese objetivo: mi pija. De pronto, tenía las dos bocas trabajando en completa armonía, una en la base y la otra subiendo y bajando con una sincronía que solo podía ser fruto del deseo crudo. Era una doble tortura deliciosa. Sentía el pelo de ambas rozándome los muslos, el sonido húmedo de sus lenguas y gargantas, el aliento caliente en mis bolas.

—¡Ay dios, la puta madre! —gemí, hundiendo mis manos fuerte en sus cabellos

La puta mantenía un ritmo constante, experta, mientras Laura, mi mujer, me miraba a los ojos mientras chupaba lubricado toda mi pija con su saliva, como si quisiera comerla toda, como si la presencia de la otra la hiciera más depravada, más perra. Sentía cada nervio de mi pija gritando de placer. La humedad y la presión se multiplicaban, y ese contraste entre lo conocido y lo prohibido me hacía volver loco.

La sensación era demasiado. Un placer desbordante. Cuando noté la inevitable oleada de mi semen acercarse, apreté los puños y no pude evitar empujar mi cadera hacia sus bocas azotando sus lenguas con mi pija bien dura.

—¡Ya acabo, mierda! —grité, y en ese instante, el torrente de semen explotó dentro de la boca hermosa de la puta que me miraba a los ojos esperando sacar hasta la última gota.

Sus bocas no pararon, tragando con voracidad mientras yo me retorcía en el colchón, temblando por cada espasmo de placer y viendo a Laura jugando con su lengua en mi pija llena de leche y rozandola con la de la puta de la forma más erótica. Nunca, en toda mi puta vida, había acabado con tanta intensidad. Cuando el orgasmo cesó, ambas se levantaron, con los labios brillantes y con una sonrisa de satisfacción que era la prueba de mi total rendición.

Me miré la pija, ahora flácida, y luego a ellas… «La noche apenas empieza»— me dijeron.

Continuara…


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